Si eres persona auténtica y de las que disfrutan con los sitios de siempre, sé yo que la palabra zampuzo te pone alerta. No me digas que no se te erizan los pelos del pescuezo: un tabernícola de raza al que le digan que los zampuzos son las tabernas centenarias de Lepe (¡De Lepe!. ¡Además!) no descansará hasta visitar uno de estos.
Los zampuzos son otra de las singularidades de la geografía tabernaria española. Similares a los furanchos gallegos, o los guachinches tinerfeños, los zampuzos son tabernas en las que se despacha el mosto (vino salvaje) que sus dueños elaboran en sus propios lagares, de forma completamente tradicional. Se trata de locales sin pretensiones: casas del pueblo, con más historia que enjundia, en las que se ofrece vino y algo de comer; sazonados, ambos, con mucha autenticidad. Por desgracia -al igual que los otros citados- los zampuzos están también de capa caída. Pero afortunadamente aún se conservan unos pocos.
A lo largo de todo este tiempo, mientras que la gente más guay más acudía a beber a los bares relamidos, los leperos más humildes constituían la parroquia de los modestos zampuzos, donde venían a conspirar, a chatear y a tapear algo, entre toneles. Yo pertenezco a los de esta raza.
¿SABÍAS QUE EL VINO DE LEPE ERA UNO DE LOS MÁS CONSUMIDOS EN LA EUROPA MEDIEVAL?
Pues sí. Mira tú. Quién lo diría: durante siglos, el vino de Lepe tuvo gran presencia en los mercados europeos. En 1387, Geoffrey Chaucer, en sus famosos Cuentos de Canterbury, hace una referencia explícita a este vino. En uno de los cuentos, específicamente en el «Cuento del Bulero», se menciona el vino de Lepe. Chaucer se refiere al vino de esta región como un vino fuerte y de notable calidad, lo que sugiere que en su época, el vino de Lepe ya era conocido en Inglaterra. Aunque la referencia no es extensa, es un guiño interesante al comercio de vinos entre España e Inglaterra durante la Edad Media.
La referencia está en el capítulo el ‘Cuento del Bulero’ (The Pardoner’s Tale): “Nadie que esté bajo la influencia de la bebida sabe guardar un secreto: esto es indiscutible. Por lo que manteneos apartados del vino, blanco o tinto, no importa, y muy especialmente alejaos del vino blanco de Lepe que se vende en Fish Streets y en Cheapside. Pues de un modo misterioso este vino español parece contaminar los vinos que se crían cerca de él y de la mezcla se desprenden vapores de tal fuerza que, después de beber tres vasos, un hombre que se cree en su casa de Cheapside, se encuentra en España (no en la Rochela o en Burdeos, sino en la mismísima villa de Lepe) repitiendo: Sansón, Sansón”.

Este pasaje sugiere que el Vino de Lepe era un vino fuerte, conocido por su capacidad para embriagar rápidamente. Esto indica que el vino de Lepe era muy frecuente en la Inglaterra medieval. En la Edad Media, el comercio de vinos era común entre España e Inglaterra, y los vinos del sur de España, como los de Lepe, tenían una presencia en el mercado británico. Era conocido como un vino más «fuerte» y «pesado» que otros, lo cual encaja con la cultura de consumo de alcohol de la época.
Así que sí, la referencia existe, y es un detalle histórico interesante sobre la reputación del vino de Lepe en tiempos medievales, que nos ofrece una conexión fascinante entre la tradición tabernaria de Lepe y su historia vinícola.
Es probable que el vino se sirviera en tabernas inglesas del siglo XIV, similares a los zampuzos, que eran lugares de encuentro para marineros, comerciantes y locales, donde se consumía vino y otros productos típicos de la región. Estos establecimientos, como los zampuzos, jugaban un papel central en la vida social, siendo puntos donde se intercambiaban no solo productos, sino también historias y cultura.

Pero... ¿cómo eran aquellos vinos?
Sabemos que estos vinos eran conocidos por su alta graduación alcohólica, lo cual era común en los vinos del sur de España debido al clima cálido y soleado, que favorecía la producción de uvas con un alto contenido de azúcar, lo que se traducía en vinos más fuertes. Al ser mencionados en un contexto de embriaguez rápida, se puede inferir que estos vinos no eran ligeros o suaves, sino potentes y capaces de conservarse durante los viajes largos, lo que los hacía populares entre comerciantes y marineros.
MIS ZAMPUZOS PREFERIDOS
Yo os he traído aquí los zampuzos leperos que más me gustan. Si pasáis por las costas de Huelva, desviaros a echar un trago de vino de aquel y a daros una ducha de autenticidad rancia y centenaria. Os aseguro que merece la pena.
Zampuzo El Rata
C/ Isla Cristina, 34
959 380 591
A mí que no me digan; un sitio que se llama “Zampuzo El Rata” no necesita nada más para triunfar. La gente se fía de un nombre así, y acude sin dudarlo. Porque sabe que se va a encontrar con un sitio recio y canalla, como es el caso que nos ocupa: una tasca fundada en 1932, cuyos dueños llevan elaborando sus propios mostos desde hace tres generaciones.
Con frecuencia, la tabernera prepara algún plato para acompañar al vino. Pero en caso de que no sea así, las aceitunas y los altramuces son también excelente compañía. Siempre lo fueron.
Zampuzo Romera
C/Encarnación, 45
959 380 591
A mí me hubiese gustado que este lugar hubiese conservado su nombre original: «El Pistolero». Da mucho juego un nombre así para una tasca.
Por lo demás, el espíritu tabernario sí que se mantiene. Los clientes pueden -a la usanza de los furanchos gallegos- venir aquí a preparar su propia comida, en las brasas del local.
Zampuzo Contreras
C/ Valencia, 11
El más reciente de los zampuzos leperos. No elaboran su propio mosto, pero es uno de los puntos de encuentro preferidos entre los más jóvenes de la localidad. El vino que tienen es muy variado, elaborado todo él siguiendo los cánones tradicionales.